v Enterobiasis

Introducción.
Larva migrans cutánea (LMC) es un síndrome causado por la presencia y subsecuente migración de larvas de nematodos de diferentes animales en capas superficiales y/o profundas de la piel. Constituye una de las dermatosis zoonóticas más frecuentes en zonas tropicales y subtropicales. 
Los principales agentes etiológicos en nuestro país son Ancylostoma caninum y Ancylostoma braziliense, el primero nematodo de cánidos y el segundo de cánidos y félidos. Con menor frecuencia se identifica, a nivel mundial: Ancylostoma tubaeforme, Uncinaria stenocephala, Uncinaria ceylanicum, Baylisascaris procyonis, Bumostomum phlebotomum. Además, se ha reportado en Asia la presencia de Ancylostoma ceylanicum, parásito de perros y gatos, en tracto gastrointestinal de humanos. (Ngui et al., 2014).

Actualmente se utiliza el término de síndrome de LMC asociado a uncinarias de animales (siglas en inglés HrCLM: hookworm-related cutaneous larva migrans) para evitar confusiones con las diversas patologías que pueden dar lugar a un cuadro de larva migratoria. (Caumes, et al., 2004; Heukelbach et al., 2008; Feldmeier H, Schuster A. 2012).

Aunque no corresponden a la definición de LMC, debido a sus características clínicas, deben contemplarse en el diagnóstico diferencial: Algunas miasis (infestaciones debidas a larvas de algunas mosca, como Gasterophilus Hypoderma), las lesiones causadas por el ácaro Sarcoptes scabiei y nematodos adultos, entre ellos Loa loa y Dracunculus medinensis, así como dermatofitosis, el eritema de la enfermedad de Lyme y dermatitis por contacto.
La lesión inicial consiste de una pápula rojiza y pruriginosa o una dermatitis inespecífica localizada en el sitio de penetración. El hallazgo típico de consultorio es el trayecto (túnel) serpinginoso indurado que hace relieve, único o múltiple, causado por la migración larvaria, con reacción inflamatoria que en raras ocasiones va más allá de la capa basal de la epidermis y crecimiento diario de 1 a 3 cm/día, marcado por prurito intenso, eritema y erupción vesiculosa. El rascado constante induce la aparición de costras y propicia infecciones bacterianas secundarias. Algunos pacientes presentan edema o dolor de la zona afectada. Sin tratamiento el trastorno puede autolimitarse y desaparecer al cabo de semanas o meses.